28 de Julio
Hoy ha empezado nuestra vida en la carretera. No puedo describir con exactitud cómo me siento. Aventurera, fuerte, valiente, resistente, realizada y puede que incluso más lista.
Salimos de casa de Skinner hacia las 11.30. Cogimos un bus hasta Mission con la 24. Allí cambiamos al BART, que nos ha llevado hasta Pleasanton, final de trayecto. Durante el recorrido hemos visto el cambio en el cielo, que se volvía de un azul intenso pero más aclarado conforme nos alejábamos de la ciudad. Me ha parecido buen augurio. En Pleasanton hemos comprado nachos y salsa de bote en una gasolinera y nos hemos sentado a comer en el césped. Después hemos caminado hasta la carretera que daba a la autopista y, por primera vez en nuestras vidas, hemos sacado el pulgar. Quince minutos, puede que veinticinco, y ha parado una camioneta. Un hombre llamado Johnny que se dirigía a Stacey. Nos ha dejado en el punto en que se cruzaban varias carreteras y nos hemos quedado en la 580. Enseguida un camión que estaba parado nos ha dejado subir. Lo llevaba un tipo sudoroso de Honduras, de 29 años, y que decía ser doctor. Me observaba con descarada lujuria. Nos ha dejado en una área de descanso de Westley, donde yo he aprovechado para mear mientras S robaba una chocolatina. Nos hemos subido a otro camión, esta vez conducido por un indio. Nos ha dejado en la salida 423 de Newman, donde nos han parado dos mexicanos en un coche. Por lo visto pensaron que éramos excursionistas franceses y nos hablaron en español para tomarnos el pelo, lo que no esperaban es que fuéramos a entenderlos:
“- Nos pensamos que eran gabachos.
– Si, suelen confundirnos. También a veces piensan que soy de Argentina.
– ¡Ah! Pues, ¿no lo es? “
Nos dejan en un pueblo llamado Gustine, donde podíamos coger la 140, hasta la cual nos ha llevado un tío probablemente mexicano que
bronqueaba a S porque este no se había enterado de que un camión que se dirigía a Merced nos quería llevar. Así que nos hemos puesto a perseguir el dichoso camión en coche, pero el camionero ya no quiso parar. Así pues, hemos bajado y enseñado dedo otra vez, cuando un coche que iba en dirección contraria a la nuestra ha dado media vuelta y nos ha parado. En él habían tres tipos que nos daban mala espina y querían saber a dónde íbamos. Rechazamos su ayuda y vuelven a dar media vuelta siguiendo su camino. Nos estábamos preguntando si no la habríamos cagado pasando de ellos cuando nos toca el gordo: Josh, un chaval majísimo que también se dirigía a Merced y que, una vez allí nos ha dejado en una zona de moteles.
bronqueaba a S porque este no se había enterado de que un camión que se dirigía a Merced nos quería llevar. Así que nos hemos puesto a perseguir el dichoso camión en coche, pero el camionero ya no quiso parar. Así pues, hemos bajado y enseñado dedo otra vez, cuando un coche que iba en dirección contraria a la nuestra ha dado media vuelta y nos ha parado. En él habían tres tipos que nos daban mala espina y querían saber a dónde íbamos. Rechazamos su ayuda y vuelven a dar media vuelta siguiendo su camino. Nos estábamos preguntando si no la habríamos cagado pasando de ellos cuando nos toca el gordo: Josh, un chaval majísimo que también se dirigía a Merced y que, una vez allí nos ha dejado en una zona de moteles.
Y, henos aquí, en un motelillo de carretera, descansando de nuestro primer día de hitchhikers y pensando en mañana, en Yosemite, en
Mojave, Las Vegas, en todos esos paisajes que esperan a que los fotografíe. Pienso en el ya mencionado abanico de posibilidades que se despliega ante mí.
Mojave, Las Vegas, en todos esos paisajes que esperan a que los fotografíe. Pienso en el ya mencionado abanico de posibilidades que se despliega ante mí.
Y una pregunta que ronda: ¿Qué nos depara la carretera?
MaitePons
“Diario”
En algún lugar de California.